CUENTO No 13 - EL CIRCO DE CAJIBIO
-Eeespere este sábado el gran debut del maravilloso Circo Intercontinental de Variedades con programa para toda la familia: Payasos, malabaristas, trapecistas, perros amaestrados y un inigualable show musical a cargo de nuestro profesional elenco. ¡No se lo pieeerda! ¡Lo esperaaamos!
La llegada del circo a Cajibío era sin duda un alivio a la rutina de un pueblo cuya cotidianeidad era la reconstrucción de sus casas por medio de la acción coordinada de la Corporación Antioquia por el Cauca, en un programa de autoconstrucción bajo el lema, “El pueblo reconstruye su pueblo”.
Desde que empezaron a armar la carpa, una semana antes, se sintió otro aire y un nuevo ánimo entre la gente. Todos esperábamos un gran circo pero resultó ser una pequeña cubierta como para menos de cien personas, con la lona remendada y desteñida, que le imprimía un aire lánguido y de pobreza.
Personalmente pensaba que con dos ó tres funciones colmaría todo el público posible del pueblo, también empobrecido por causa del terremoto y con una economía incierta; pero al hablar con el dueño me aclaró que durante su estadía, también esperaban a los habitantes de poblaciones vecinas y de todas las veredas, a donde llevarían sus pregones.
A mí también me ilusionó el circo. Recordaba de otros la valentía de los trapecistas y la habilidad de los malabares, con una música de fondo muy alegre, casi siempre interpretada por una banda de “chupacobres” en vivo. Me encantaba el show de los payasos con su humor inocente, apto para todo público:
-“Si quieres enamorar a una dama, debes decirle cosas agradables, que ella quiera oír como por ejemplo, qué bonitos ojos tienes… Ahí viene…, pregúntale algo”
-“¿De dónde sacaste esos ojos tan hermosos?”, preguntó él.
-“No lo sé. ¡Ellos venían con la cabeza!”, respondió la payasa.
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Cuando me acuerdo, aún me río con este fragmento de ellos enseñando y aprendiendo a enamorar. Presiento que los payasos del circo Intercontinental de Variedades pueden ser igual de graciosos, porque nos visitaron antes de su función estelar, dos “parceros” del barrio Manrique de Medellín con expresión pícara, diciendo que ellos también eran paisas y no tenían casa; que les diéramos una, que no había que envolvérselas porque ellos se la vestían acá mismo y se quedarían viviendo en ella para siempre.
Los sábados era el día de mercado y se trabajaba en cuadrillas hasta el meridiano. Después la gente se arreglaba y recorría las calles con ropa más formal. Uno mismo los veía diferentes, con otro grado de dignidad. Ya no había órdenes de nosotros ni solicitudes de ellos, hasta el lunes. El trato era con menos rigor y más amistoso. Pero el sábado día de apertura del show, sucedió algo inesperado. A media tarde llegaron tres camiones tractomulas con tres mil ladrillos cada uno y había que descargarlos. Ello debía hacerlo la comunidad como otras veces, en largas cadenas humanas que desarrumaban el material del camión y lo reacomodaban en grandes columnas, en el espacio donde sería la futura plaza de mercado, y hoy, al lado del circo; eran los mismos camioneros a quienes les gustaba llevar materiales al pueblo porque no había demora en ser descargados y regresarse. Pero esa tarde, a las cuatro p.m. la gente se desapareció. ¿Quién quiere ensuciar sus ropas de polvo de ladrillo si el debut del circo es a las seis?
Conversamos con el administrador para que aplazara su función para el domingo, lo que no era posible porque históricamente la ética circense obliga a abrir telones cuando desde una semana antes el espectáculo ha sido promovido ampliamente. Entonces negociamos el aforo completo a mitad de precio, bajo la condición que corriera la apertura para más tarde mientras se bajaba la carga, y lo anunciara por las calles del pueblo con el megáfono en el carro pintoretiado, seguido por su elenco de malabaristas en zancos. Y así fue:
-“Hoy, gran debut del maravilloso Circo Intercontinental de Variedades; esta noche a las ocho, con entrada gratis para quienes por su propia voluntad descarguen ladrillos de la Corporación Antioquia por el Caucaaa, ladrillos que son de ustedes mismos, para sus propias casas, ….… y esto no es una orden sino un consejo, y al fin y al cabo tampoco la felicidad es una obligación…”
CVV
(**) Fragmento de Blacamán el bueno vendedor de milagros, G.G.Márquez
El Martes 1 de Mayo de 2018, el primo Héctor publicó este video que me llamó mucho la atención.