El Barrio el Aguila Por los comentarios que hacían los funcionarios que lo visitaban, siempre quise conocer el barrio El Águila de Caucasia.
Todos expresaban admiración por la tenacidad de sus gentes, la que resumían en, "es que son unos verracos". En 1984 hubo una invasión organizada a un terreno del Instituto de Crédito Territorial, hoy INURBE. Quedaba después de la curva que da salida de Caucasia hacia La Apartada, a mano izquierda, zona despoblada en ese entonces.
Los invasores fueron desalojados inmediatamente por la fuerza pública, antes que empezaran a pegar ladrillos entre los ranchos de plástico. Ello desembocó en un mitin al frente del palacio municipal y en una reunión entre el alcalde Juan H. White y el comité organizador de la invasión.
Ante la angustiosa demanda de espacio para ubicar las familias, el alcalde les ofreció como única opción la laguna El Águila. El doctor White se quedó perplejo por lo fácil que aceptaron la propuesta, e inmediatamente definieron acciones para asentarse allí.
Ésta era un cuerpo de agua de unas tres hectáreas, en un bajo al que confluían las alcantarillas de los barrios periféricos suburbanos de la ciudad en crecimiento.
Igual que los Aztecas prehispánicos en México, con troncos y palos clavados en el fondo y amarrados por encima en forma rectangular, fueron formando islotes llenándolos de tierra, sobre los que erigieron cada rancho. Entre ellos ponían tablas a modo de caminaderos sobre el agua; por sanitario, clavaban un tubo de PVC de seis pulgadas de diámetro removible, el que levantaban para desocuparle la carga entre la laguna después de varios usos y lo volvían a enterrar.
El líder tuvo la precaución de ordenar el asentamiento subnormal previendo la continuidad de la malla vial existente en los barrios a su alrededor.
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A mi regreso de la visita que hice por casualidad porque andaba en otra comisión de la Secretaría de Desarrollo de la Comunidad, a la pregunta ansiosa de mi jefe Luz Beatriz Morales sobre cómo me pareció El Águila, le respondí:
"Contrario al concepto de los demás, quedé desconcertado. Vi niños jugando felices en las aguas negras nauseabundas, zambulléndose y brincando entre ratas muertas, basura y desechos orgánicos en descomposición, arrojados por los barrios vecinos. Me solidaricé con un líder comunal altamente angustiado por dicha situación, por la falta de apoyo de los estamentos gubernamentales, a pesar del constante desfile de funcionarios públicos que los miran con morbo. Y efectivamente, conocí a toda una comunidad muy valiente a quienes poco les había servido el haber sido tan verracos, como los dieron a conocer en Medellín." Ella me invitó al comité de la gobernación para que la apoyara con este informe.
A la pregunta del conmovido gobernador, Alberto Vásquez Restrepo, respecto a qué se necesita para mejorar las condiciones en este asentamiento, respondí que entre otras acciones del gobierno, prioritariamente eran urgentes muchas volquetas con tierra y material de lleno para secar la laguna, más maquinaria amarilla para configurar las calles, de modo que pueda hacerse alcantarillado y acueducto seguidamente. Y así actuó.
CVV